La larga historia de la Tierra ha visto un número incontable de especies ir y venir, pero uno de los eventos de extinción más famosos que conocemos es el relacionado con los dinosaurios. Este evento ocurrió en todo el mundo y fue testigo de la pérdida de alrededor del 75 por ciento de todas las especies de animales durante un período de tiempo muy estrecho: el límite entre los períodos Cretácico y Paleógeno (hace unos 66 millones de años).
Una de las formas en que conocemos este extraordinario evento proviene de lo que se conoce como el límite Cretácico-Paleógeno (K-Pg), anteriormente límite Cretácico-Terciario (KT). Esta firma geológica consiste en una fina capa de sedimento que se encuentra en todo el planeta, tanto en rocas marinas como terrestres; a menudo se identifica por el cambio brusco, casi dramático, en los tipos de fósiles que contiene en comparación con las capas superiores e inferiores.
Otra característica importante del límite K-Pg es el hecho de que está enriquecido con iridio, un elemento que rara vez se encuentra en la Tierra, pero que es mucho más común en asteroides o cometas. Esto llevó a la formación de la hipótesis del impacto de un asteroide (también conocida como hipótesis de Álvarez), que sugiere que el evento de extinción de K-Pg fue causado por el impacto de algún objeto extraterrestre que golpeó el planeta. La idea fue propuesta por primera vez en 1980 por el físico Luis Álvarez; su hijo, el geólogo Walter Alverez; y sus colegas después de que notaron los altos niveles de iridio en esta capa.
El equipo propuso que la distribución global del iridio en esta capa solo podría explicarse por un asteroide o cometa masivo que chocó contra la Tierra y esparció sus escombros por todo el planeta. Al hacerlo, la devastación inmediata y luego sus efectos secundarios provocaron la muerte de todos los dinosaurios no aviares, así como de reptiles marinos, amonitas, pterosaurios y muchas especies de plantas y plancton.
La hipótesis de Álvarez fue controvertida cuando se propuso por primera vez, pero el descubrimiento del cráter Chicxulub en la década de 1990 le dio un apoyo significativo. Este cráter está ubicado en la Península de Yucatán en México y se cree que fue creado por un asteroide que tenía entre 6 y 9 millas (10 y 15 kilómetros) de ancho y que viajaba tan rápido que creó un cráter de 93 millas (150 kilómetros) en diámetro.
En 2016, una ambiciosa expedición de perforación perforó con éxito el cráter de impacto y, a partir de su análisis, se concluyó que el asteroide impactó en el peor lugar posible. Según su investigación, el asteroide evaporó volúmenes colosales de azufre del yeso mineral en aguas poco profundas y lo envió a la atmósfera, donde prolongó un invierno global que siguió a la explosión inicial.
Por eso es tan importante el límite K-Pg. Marca el momento en que ocurrió este evento catastrófico, cuando terminó la era de los reptiles (dinosaurios) y comenzó el surgimiento de los mamíferos. Con el tiempo, las especies que sobrevivieron a este evento evolucionaron y crearon el ecosistema moderno en el que vivimos hoy.