Después de un verano más cálido de la habitual el frío parece que ha llegado (aunque estos días nos esté dando una tregua. Es por ellos que mcuhas personas ya han llevado a cabo el esperado ‘cambio de armario’. Jerseys, chaquetas y abrigos se desempolvaron en cuestión de días.
El cambio de tiempo, sobre todo en otoño, puede afectar a las personas con las bruscas variaciones d etemepraturas en cuestión de días. Son muchos los que, debido a los cambios de temperatura típicos de estos meses, se encuentran con la nariz roja y taponada.
Todo un inconveniente, no sólo por los molestos síntomas sino también porque en tiempos de pandemia uno se apresura a temer lo peor. Bastan unos cuantos estornudos para que inmediatamente se nos mire con recelo, y de hecho nosotros mismos estamos ahora quizá más preocupados de lo que deberíamos.
Una molestia que se puede prevenir
Tiempos difíciles, en definitiva, para quienes suelen padecer esta típica dolencia estacional, especialmente en los meses de transición. También porque incluso el propio frío puede provocar una pérdida temporal del sentido del olfato y del gusto, como ocurre con el Covid, contribuyendo a menudo a alarmarnos en vano.
Para evitar toda esta serie de pequeñas grandes molestias, el consejo es vestirse por capas, para poder hacer malabarismos con las temperaturas. También es importante llevar bufandas o gorros ligeros pero no demasiado pesados para cubrirse la garganta y la frente.
Por último, es necesario mantener sano el sistema inmunitario. Esto puede hacerse adoptando un estilo de vida saludable, una dieta sana y, si es necesario, siguiendo el consejo de su médico, algunos suplementos. De hecho, hemos visto que, por ejemplo, el suplemento de vitamina D es esencial, pero cuidado con las interacciones peligrosas con estos medicamentos.
Basta con dos almohadas
Sin embargo, a veces todas estas precauciones pueden no ser suficientes. Y aquí nos encontramos con estornudos, goteo nasal, voz ronca y fosas nasales completamente cerradas.
¿Cómo hacer frente a estos síntomas reduciendo a la mitad el tiempo para una rápida recuperación? Poca gente sabe que dos almohadas bastan para remediar la más clásica de las dolencias estacionales.
Poner una hoja de laurel debajo de la almohada: la solución que cada vez hace más gente (y con razón)
Uno de los peores momentos para los resfriados es la noche, cuando se está tumbado en la cama. Las dificultades respiratorias no permiten un sueño tranquilo y reparador. Un truco para remediar esta mala situación es dormir con dos almohadas en lugar de una, ayudando así a despejar las fosas nasales. Además, puede resultar útil mantener una humedad adecuada en la habitación para evitar la sequedad de las mucosas.
Por último, se pueden utilizar unas gotas de aceite esencial de eucalipto y lavanda sobre la almohada. La acción de estas poderosas hierbas ayudará a «desobstruir» la nariz.