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Es normal sentirse triste o decepcionado después de comprar una casa. De hecho, un estudio reciente de Zillow encontró que el 75 por ciento de los compradores se arrepiente de la compra de su casa. Para algunos, estos sentimientos son una reacción inicial a una inversión tan importante. Sin embargo, para otros, las preocupaciones solo empeoran con el tiempo, lo que lleva a una mayor insatisfacción con su hogar.
Si bien vender parece la solución obvia, esa opción no siempre es posible. Con las tasas de interés altísimas, muchos propietarios se sienten atrapados en una casa que no satisface sus necesidades o la odian por razones financieras. Otros pueden creer que deberían quedarse porque sus hijos están asentados o su pareja está contenta. Cualquiera que sea la razón, cuando mudarse no es una opción, hay otras formas de aprender a amar, o al menos sentirse mejor, el hogar que odia.
1. Hazlo más personal.
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Una casa es más que ladrillo y cemento. Es un hogar donde se reúnen amigos y familiares y se crean recuerdos. La decoración es un reflejo de las personas que viven allí. Aunque puede parecer imposible amar la casa, es posible amar el contenido.
Cuelga obras de arte que tengan un significado especial o que hayan sido creadas por personas que amas. Muestre tarjetas, fotografías y recuerdos. Considere seguir el método de generar alegría de la gurú organizadora y autora Marie Kondo: elija colores, telas y artículos que den la bienvenida a los sentimientos de alegría.
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2. Crea un estado de ánimo.
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En lugar de enfocarte en cambios específicos, considera crear un estado de ánimo. Algunos espacios evocan una sensación de calma, mientras que otros son estimulantes o reconfortantes. Al decidir qué estado de ánimo elegir, considere los hoteles, restaurantes y casas de amigos favoritos.
Al agregar funciones, involucre todos los sentidos. Agregue velas, textiles suaves, iluminación cálida, vegetación y otros toques zen para crear un ambiente relajante, mientras que los colores vibrantes y la extravagancia pueden ayudar a generar un estado de ánimo alegre.
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3. Despeje el desorden.
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Los estudios han encontrado que el desorden puede tener un impacto negativo en el bienestar general e incluso conducir al aislamiento y evitar a los invitados. Un espacio organizado puede hacer que una casa sea más acogedora, manejable y cómoda.
Limpiar el desorden y crear un plan de organización también ayuda a que una casa funcione de manera más eficiente. Cuando la ropa está en los cajones designados, es más fácil encontrarla que cuando hurgas apresuradamente en la ropa antes de salir corriendo por la puerta. Si la idea de ordenar te abruma, busca ayuda o comienza con solo 5 minutos al día.
4. Realice actualizaciones bien pensadas.
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Lo más probable es que toda la casa no sea deplorable. Haga una lista de las cosas que más disgustan y evalúe cómo hacer cambios. Concéntrese en las áreas que se pueden ayudar con una solución rápida, como pintura nueva, arreglo de muebles o limpieza de jardines.
Cuando las renovaciones más extensas no tienen sentido, los pequeños cambios pueden ayudar mucho a hacer que una casa se sienta más acogedora y mejor alineada con su estilo de vida y estilo personal.
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5. Cambia tu perspectiva.
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Si es imposible hacer un cambio, considere un cambio de mentalidad. Cuando nos enfocamos en las cualidades negativas de cualquier cosa, es probable que se noten más. En lugar de lamentarse por todos los factores decepcionantes, observe los aspectos positivos.
Tal vez sea un vecindario agradable o haya un espacio exterior para jugar. Tal vez el dormitorio sea acogedor o haya un sótano con espacio adicional. Centrarse en la gratitud puede ayudarnos a dejar de odiar todo.
6. Esculpe un rincón.
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Encuentra un lugar, incluso una esquina, y reclámalo. Considere un rincón de lectura con una estantería pequeña y una silla acogedora, un rincón de meditación con velas y cojines en el piso, o un rincón de música con auriculares y un altavoz.
Crear un espacio libre de desorden y adornado con sus artículos favoritos puede ofrecer un respiro del mundo exterior.
7. Involúcrate con la comunidad.
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Ya sea que el vecindario sea ideal o no, involucrarse en la comunidad puede ayudar a que una casa se sienta como un hogar. Esto podría incluir ser voluntario para organizaciones de la ciudad, tomar una clase local o simplemente ir a la misma cafetería cada semana y conocer algunas caras familiares. Si eso parece intimidante, simplemente comience saludando a los vecinos.
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8. Concéntrate en el presente.
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Es fácil quedar atrapado en lo que queremos cambiar y olvidarnos de centrarnos en el momento presente. No se pierda la vida mientras espera mudarse o lamentarse por una casa en la que se siente atrapado.
La vida seguirá desarrollándose; recuerda notar y disfrutar incluso los pequeños momentos positivos. Disfrute sentado junto a la ventana en una tormenta o viendo los pájaros o los pequeños jugar en el vecindario.
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9. Pregúntate si realmente es la casa.
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Tal vez sea la casa, pero también podría ser algo más. Como dice el famoso proverbio, “Dondequiera que vayas, allí estás”. La infelicidad nos persigue si no la superamos. Por lo tanto, es esencial preguntarse si moverse es la respuesta o si hay otras formas de encontrar satisfacción en el momento presente.
10. Haz un plan a largo plazo.
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Para aquellos que lo han intentado durante algún tiempo y aún odian su casa, puede ser hora de un cambio. Incluso si no parece 100 por ciento lógico, a veces sigue siendo la mejor opción. Si no está en las cartas ahora, elabore un plan para mudarse. Enumere qué circunstancias harían posible una mudanza y las cualidades más importantes que se deben buscar en un nuevo hogar.