Ante los jueces Daniel Navarro y Marcelo Bartumeu Romero y la magistrada Ana Dieta de Herrero, López contó que se enteró que a su hijo lo habían baleado por un vecino y por el padre de uno de los tres amigos de Lucas, que iba en el auto con él y sobrevivió a la balacera.
Ella recordó que fue hasta el Hospital Penna y relató: “es lo peor que me pasó en la vida, destaparlo para reconocer que era él”. Según comentó su hijo estaba “lleno de sangre” y “con una venda”, estaba bajo una consigna de la Policía de la Ciudad, y a la madrugada lo trasladaron al Hospital El Cruce de Florencio Varela, en cercanías a donde ellos vivían.
“Estoy tomando medicamentos, espero a mi hijo todos los días, tuve cuatro intentos de suicido. En cinco minutos le quitaron el sueño de todo, me rompieron todo, no se como se sigue, quedamos muertos en vida, quiero dormir y tratar de soñarlo”, dijo en llanto la mujer.
Frente a unos 15 familiares que la acompañaron y a los 14 efectivos de la Policía de la Ciudad imputados -tres por el crimen de Lucas y 11 por el encubrimiento del hecho-, la mujer continuó: «Tuve que destapar a mi hijo y verle los tatuajes porque estaba irreconocible, le tiraron en la cabeza, le ‘volaron el frasco’ como dijeron, era su cabecita… me dolió en el alma que hayan dicho eso porque era la cabeza de mi hijo, no era ningún frasco».
Y agregó: “Quiero mi hijo descanse en paz, que tenga la justicia que se merece».
«Me dijeron que mi hijo estaba detenido acusado supuestamente de robo», recordó López visiblemente conmocionada en uno de los tramos de su exposición, en la que varias veces rompió en llanto.
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Tras la declaración de Cintia, declaró Mario «Peca» González, padre de Lucas, uno de los testigos propuestos por la querella y la fiscalía para el debate oral.
«A Lucas lo siguieron, lo encerraron y lo acribillaron. También pudieron haber acribillado a los demás chicos», sostuvo González, quien recordó al igual que su esposa lo que vivió durante la internación de su hijo en el Hospital Penna.
«Llegamos al lugar y no nos dieron nada, no podría creer lo que estábamos viviendo. Le pedí a un policía que si era papá me ayude y averigüe cómo estaba mi hijo. ‘Ya a tu hijo le hicieron el luminol por la arma que disparó’, me dijo, a lo que le contestó que no puede ser, que mi hijo no sabía ni parar el colectivo», sostuvo.
Luego, el hombre les habló a los jueces e hizo referencia a la declaración de los tres policías imputados como coautores del crimen de su hijo, el inspector Gabriel Alejandro Issasi, de 41 años, el oficial mayor Fabián Andrés López, de 48 y el oficial Juan José Nieva, de 37, quienes aseguraron que actuaron en legítima defensa y que no cometieron ningún delito.
Además, los tres oficiales están acusados de someter a torturas a los otros tres chicos, a quienes amenazaron, les dijeron «villeros» y «negritos» y los mantuvieron esposados y tirados en el piso mientras su amigo agonizaba.
«Escuché que fue legítima defensa, ¿cómo puede ser si mi hijo tenía canilleras y un jugo?, ¿Era porque tenía una viserita o porque era negro? Me lo quitaron de la peor manera los que me lo tenían que cuidar, en vez de salvarle la vida me lo quemaron con cigarrillo», dijo indignado
Al finalizar su relato, que duró poco más de 15 minutos, el hombre miró a los jueces Ana Dieta de Herrero, Daniel Navarro y Marcelo Bartumeu Romero y con voz firme pronunció: «¡Justicia por Lucas!».
Previamente al testimonio de la madre de la víctima, había declarado el policía Daniel Espinoza, quien está acusado de ser parte de la trama del encubrimiento. Espinoza dijo ante los jueces que estaba en la comisaría y por la radio escuchó que había habido un enfrentamiento armado en Barracas, por lo que fue al lugar y al llegar notó nerviosa a una mujer policía.
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Según agregó, inmediatamente vino una ambulancia para trasladar a Lucas y él junto a otros dos policías ayudó a sacarlo del vehículo en el que yacía tras recibir los disparos. Además aseguró que no vio «ningún tipo de arma» en poder de los jóvenes, ya que solo los vio «a distancia».
El policía se refirió así al arma que, de acuerdo a la pesquisa, fue «plantada» por efectivos de la fuerza porteña en el auto que iban Lucas y sus amigos con el fin de hacerlos pasar por delincuentes.
También dijo que estando de consigna en el Hospital Penna, un médico le informó que había caído un pedazo de proyectil de la cabeza de Lucas, y él resguardó ese material.